SALVADOR LAGARES, Funerario y Tanatopractor en Mémora
Todas las personas que trabajamos en este oficio lo hacemos con pasión, amando nuestro trabajo. Con 16 años entré a trabajar en Funeraria La Estrella, corría el año 1980. He participado en entierros y he preparado difuntos de casi todas las creencias religiosas y laicos. La única realidad es que tarde o temprano, hemos de morir.
SORTEM. – Un Volvo 740 de la época fue el primer coche fúnebre que tuvo al volante, ¿cuántos kilómetros de carretera ha acumulado desde entonces?
SALVADOR LAGARES. – Han sido tantos los kilómetros que he hecho que me resulta difícil dar una cifra exacta. Es cierto que ahora se hacen menos, bien por las incineraciones o porque hay más compañeros. Pero durante toda mi carrera habré hecho más de un millón de kilómetros al volante de un coche fúnebre.
– Ha participado en servicios para creyentes católicos, musulmanes, judíos, budistas, testigos de Jehová, evangelistas, ortodoxos, no creyentes… ¿Coincidimos en algo?
S.L. – La muerte es una realidad igual para todos. Unos creen en una cosa, otros creen en otra o sencillamente no creen en nada, pero todos coinciden en llorar y despedir al ser querido. La diferencia radica en el tratamiento del cuerpo y el protocolo del servicio: unos lo entierran, otros lo incineran, otros requieren un tipo de ceremonia, pero básicamente el dolor es el mismo para todos.
– El camping de Biescas, el accidente del YAK-42, el autobús de Soria… A lo largo de su carrera, le ha tocado vivir la tragedia de cerca en muchas ocasiones, ¿cómo se reacciona y de qué manera se puede colaborar como funerario para gestionar la magnitud de la desgracia?
S.L. – Mira, a veces, da la sensación de que la gente piensa que el funerario es una persona sin sentimientos, inmune a la tragedia, personas frías que ni sienten ni padecen el dolor ajeno. Pero nada más lejos de la realidad, sentimos y vivimos cada momento de despedida igual que todos, pero más veces. Cuando te tocan vivir desgracias como las mencionadas, intentas abstraerte y concentrarte en tu trabajo para dar una respuesta de muchísimo cariño a los familiares. Cuando participé en el suceso del Camping de Biescas, estuve cinco días seguidos viajando y cada vez que llegaba a Jaca, seguía colaborando con voluntarios, Cruz Roja, personal sanitario y autoridades. Experiencias como estas, te llegan al alma, te hacen ser mejor persona y ver la vida de otra manera.
– ¿Existe un protocolo de actuación para dar un servicio y una cobertura adecuada a casos como los anteriores?
S.L. – Sí, existen protocolos y pautas para actuar en tragedias de esta magnitud. Empresas como en la que trabajo, Mémora, tienen la capacidad y la infraestructura para aportar medios. Después, la realidad puede hacer que el protocolo cambie o se modifique porque las circunstancias de cada caso son diferentes. En un accidente de tráfico, por ejemplo, sabemos muy bien los pasos que debemos dar para que la familia pueda despedirse en paz de sus familiares. Pero no puedes evitar que el dolor te sobrepase cuando ves familias rotas y, al final, es la experiencia y la profesionalidad la que marca el camino.
“Este oficio de funerario engancha, no puedes dejarlo”
– Ha sido uno de los tres primeros tanatopractores titulados de Zaragoza, ¿qué evolución está teniendo la profesión en Aragón?
S.L. – En Aragón, sobre todo en Zaragoza que da cobertura a toda la comunidad, no hay una gran demanda de Tanatopraxia. Cuando obtuve el título en 2010, hacía sobre unos 30 servicios de tanatopraxia mensuales. Actualmente, seguimos siendo tres los tanatopractores titulados en Aragón. Creo que hay mucho camino que andar, hemos dados pequeños pasos, pero todavía queda mucho que enseñar y mucho mercado para crecer en lo que a tanatopraxia se refiere.
– Siempre disponible para servicios en días festivos, noches, cumpleaños, momentos familiares, vacaciones, largas jornadas laborales… ¿Qué recompensa tanta dedicación?
S.L. – Este oficio de funerario engancha, no puedes dejarlo. Me tomo este trabajo con muchísima pasión, amo lo que hago y la mayor recompensa es dar la oportunidad a un familiar de despedirse en paz de un ser querido. Cuando una persona te da la mano y te agradece lo que has hecho, cobra sentido todo.
– En casi cuatro décadas entregadas al servicio funerario, ha sido protagonista de la evolución del sector en método y forma. Con esa perspectiva histórica, ¿dónde hay que seguir insistiendo para mejorar la profesión?
S.L. – Para poder mejorar esta profesión, sin duda, hay que seguir insistiendo en la formación del trabajador. Todas las empresas, tanto las grandes como las pequeñas funerarias deberían seguir apostando por la formación de buenos profesionales. La inexperiencia y la falta de formación, provocan situaciones de dificultad en transportes, acondicionamientos y trato con la familia. Ser funerario es mucho más que ir con una camisa y una corbata. Es necesario enseñar gestión, técnica, psicología y transmitir la pasión necesaria para serlo y vivirlo.
– ¿Cree que la responsabilidad y el compromiso del papel del funerario está poco reconocido en nuestra sociedad?
S.L. – Poco reconocido no, no está nada reconocido; hasta que descubren como podemos ayudarles. La sociedad nos ve como “bichos raros”, aunque aquí trabaja gente maravillosa. Siempre se acuerdan, en Noche Vieja por ejemplo, de los policías, los médicos, los bomberos … que están de guardia, pero nunca hablan de los funerarios. La muerte y lo que la rodea sigue siendo un tabú en nuestra sociedad.
– La experiencia de ser funerario, seguro que también le ha aportado momentos para la sonrisa como …
S.L. – El sentido del humor siempre ayuda. Al final, todo el equipo de compañeros pasamos mucho tiempo juntos, casi más que el que pasamos en nuestras casas. Y la risa hace que todo sea más llevable. Y, confieso que alguna cosa hemos hecho como al llevar el coche fúnebre a pasar la ITV. ¡Ya te puedes imaginar!