“Soy la quinta generación de una familia de funerarios”

NATALIA PLANAS, Directora en Funeraria de Jesús

Funeraria de Jesús está a punto de cumplir siglo y medio de historia. Con 24 años asumí mi responsabilidad en la empresa, lo dejé todo y volqué mi vida en continuar con el legado de mi tatarabuelo: don Juan Jesús Albarracín Sánchez-Osorio. He aprendido a amar esta profesión y sobre todo a gestionarla para el futuro.

SORTEM.Representa a la quinta generación de funerarios de su familia, pero ¿por qué decidió orientar su vida profesional a continuar la tradición familiar?

 NATALIA PLANAS. – Mi primera intención no era orientar mi futuro a continuar la tradición en la funeraria. De hecho, me crie bastante alejada de este mundo, pero a raíz de la necesidad de ayuda que requería el negocio familiar, me trasladé a Murcia y asumí mi responsabilidad en la empresa. Al principio con respeto y pudor como cualquier persona ajena, pero poco a poco este trabajo atrapa, obtienes un feedback muy bueno con la gente y recibes el agradecimiento sincero de las familias. Además, era un reto personal para modernizar instalaciones, adaptar el servicio, gestionar el equipo, innovar productos, … Y hasta hoy.

Cuando en 1870 se fundó Funeraria de Jesús, se hizo bajo el régimen de carpintería y funeraria. ¿Qué conservan de aquellos primeros años?

N.P. – De aquellos primeros años, por desgracia, nada. De la época de mi bisabuelo, todavía guardamos dos carrozas funerarias de madera, esculpidas con tallas de gran belleza artística, que eran tiradas por caballos. Años después, fue mi abuelo el encargado de motorizarlas para transformarlas en automóviles. También conservamos un féretro de dos tapas muy curioso. Antiguamente se velaban a los difuntos en el domicilio particular, por eso, una de las tapas de la caja, incorpora una pequeña capilla con un cristo e iluminación.

Siempre han estado muy ligados a Murcia, sus tierras, sus tradiciones … ¿Qué peculiaridades tiene la región respecto al servicio funerario?

N.P. – Hoy en día no existen grandes peculiaridades en el servicio, tan sólo algunos detalles que cada zona conserva. Quizás lo más llamativo de Murcia es la gran cantidad de “pequeñas funerarias” que existen. A diferencia de otras zonas de España, en nuestro modelo no hay grandes grupos que monopolizan el servicio, sino que está más repartido. Somos muchas funerarias, pero más pequeñas y diversificadas.

Lidera una “pequeña funeraria”, que como en otros muchos sectores, convive con grandes grupos que se antojan grandes competidores. ¿Cuáles son los retos que deben acometer empresas como la suya para adecuarse a este momento de mercado?

N.P. – Hay dos ejes básicos. Saber estar a la última en productos y en servicios igual que los grandes y, al mismo tiempo, personalizar el servicio. Una empresa pequeña tiene más capacidad de personalizar, de hacer sentir más cómodas y participativas a las familias, identificarnos más con la zona a la que pertenece … Somos una funeraria murciana, así que conocemos mejor las costumbres, las necesidades, los recorridos y las gentes de nuestra región. Pero debemos combinarlos con la condición de ofrecer todas las opciones posibles igual que lo haría una gran compañía funeraria.

En este sentido, ¿qué ventajas tienen que potenciar las “pequeñas funerarias” para seguir siendo competitivas?

N.P. – La base está en la atención personalizada al cliente. No dejamos de ser una empresa de servicios y la atención a las familias que acaban de perder a un ser querido tiene que ser perfecta. Tenemos que dar cobertura inmediata a todo el proceso de forma bien orquestada para que se sientan arropados y acompañados en todo momento. Nuestra gran ventaja se mide en la confianza que generamos a la hora de afrontar un servicio y también en el recuerdo que queda de nuestra labor. Por eso, los pequeños tenemos mayor capacidad de adaptación y personalización de los deseos de cada familia.

“La presencia de la mujer en el sector funerario es cada día más importante e imparable”

Se suele tachar a la profesión de ser preferentemente masculina. Solo alrededor de un 28% de puestos de trabajo son ocupados por mujeres. ¿Queda mucho camino por andar?

N.P. –Cuando empecé con 24 años a dirigir una empresa de un sector que me resultaba totalmente desconocido, me impactó que cuando iba a reuniones, convenciones, ferias, simposios… el 90% eran hombres. Pero en esta última década ha empezado un cambio importante e imparable. Cada vez hay mayor presencia de mujeres funerarias y es algo natural. ¿Queda camino por andar? Seguro que sí. Dicen que la incorporación de la mujer aporta una sensibilidad diferente, personalmente creo que lo importante es desarrollar tu profesión con toda tu valía.

Desde el sector se reclama una nueva Ley de Servicios Funerarios que regule de forma clara, moderna y transparente la actividad. ¿Qué le pide a la Administración para dar continuidad con garantías a su trabajo?

N.P. – Sobre todo que se reconozca la profesión del funerario. Poner en valor la labor del funerario o el tanatopractor igual que se hace en otros países del mundo. Detrás de este trabajo hay mucho esfuerzo, técnica, experiencia y formación que debe ser reconocida a nivel político, administrativo y social.

Con casí 150 años de historia, cuando esta entrevista la lea una futura novena o décima generación, ¿qué mensaje le gustaría dejarles?

N.P. – Pensarlo me emociona. Sería un orgullo que llegara una novena o una décima generación porque eso significa que las generaciones anteriores han hecho un buen trabajo. Les diría que sigan trabajando con el máximo cariño y sin perder la parte humana en el negocio.

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“Ser funerario es tan duro como apasionante”

SALVADOR LAGARES, Funerario y Tanatopractor en Mémora

Todas las personas que trabajamos en este oficio lo hacemos con pasión, amando nuestro trabajo. Con 16 años entré a trabajar en Funeraria La Estrella, corría el año 1980. He participado en entierros y he preparado difuntos de casi todas las creencias religiosas y laicos. La única realidad es que tarde o temprano, hemos de morir.

SORTEM.Un Volvo 740 de la época fue el primer coche fúnebre que tuvo al volante, ¿cuántos kilómetros de carretera ha acumulado desde entonces?

SALVADOR LAGARES. – Han sido tantos los kilómetros que he hecho que me resulta difícil dar una cifra exacta. Es cierto que ahora se hacen menos, bien por las incineraciones o porque hay más compañeros. Pero durante toda mi carrera habré hecho más de un millón de kilómetros al volante de un coche fúnebre.

Ha participado en servicios para creyentes católicos, musulmanes, judíos, budistas, testigos de Jehová, evangelistas, ortodoxos, no creyentes… ¿Coincidimos en algo?

S.L. – La muerte es una realidad igual para todos. Unos creen en una cosa, otros creen en otra o sencillamente no creen en nada, pero todos coinciden en llorar y despedir al ser querido. La diferencia radica en el tratamiento del cuerpo y el protocolo del servicio: unos lo entierran, otros lo incineran, otros requieren un tipo de ceremonia, pero básicamente el dolor es el mismo para todos.

El camping de Biescas, el accidente del YAK-42, el autobús de Soria… A lo largo de su carrera, le ha tocado vivir la tragedia de cerca en muchas ocasiones, ¿cómo se reacciona y de qué manera se puede colaborar como funerario para gestionar la magnitud de la desgracia?

S.L. – Mira, a veces, da la sensación de que la gente piensa que el funerario es una persona sin sentimientos, inmune a la tragedia, personas frías que ni sienten ni padecen el dolor ajeno. Pero nada más lejos de la realidad, sentimos y vivimos cada momento de despedida igual que todos, pero más veces. Cuando te tocan vivir desgracias como las mencionadas, intentas abstraerte y concentrarte en tu trabajo para dar una respuesta de muchísimo cariño a los familiares. Cuando participé en el suceso del Camping de Biescas, estuve cinco días seguidos viajando y cada vez que llegaba a Jaca, seguía colaborando con voluntarios, Cruz Roja, personal sanitario y autoridades. Experiencias como estas, te llegan al alma, te hacen ser mejor persona y ver la vida de otra manera.

¿Existe un protocolo de actuación para dar un servicio y una cobertura adecuada a casos como los anteriores?

S.L. – Sí, existen protocolos y pautas para actuar en tragedias de esta magnitud. Empresas como en la que trabajo, Mémora, tienen la capacidad y la infraestructura para aportar medios. Después, la realidad puede hacer que el protocolo cambie o se modifique porque las circunstancias de cada caso son diferentes. En un accidente de tráfico, por ejemplo, sabemos muy bien los pasos que debemos dar para que la familia pueda despedirse en paz de sus familiares. Pero no puedes evitar que el dolor te sobrepase cuando ves familias rotas y, al final, es la experiencia y la profesionalidad la que marca el camino.

“Este oficio de funerario engancha, no puedes dejarlo”

Ha sido uno de los tres primeros tanatopractores titulados de Zaragoza, ¿qué evolución está teniendo la profesión en Aragón?

S.L. – En Aragón, sobre todo en Zaragoza que da cobertura a toda la comunidad, no hay una gran demanda de Tanatopraxia. Cuando obtuve el título en 2010, hacía sobre unos 30 servicios de tanatopraxia mensuales. Actualmente, seguimos siendo tres los tanatopractores titulados en Aragón. Creo que hay mucho camino que andar, hemos dados pequeños pasos, pero todavía queda mucho que enseñar y mucho mercado para crecer en lo que a tanatopraxia se refiere.

Siempre disponible para servicios en días festivos, noches, cumpleaños, momentos familiares, vacaciones, largas jornadas laborales… ¿Qué recompensa tanta dedicación?

S.L. – Este oficio de funerario engancha, no puedes dejarlo. Me tomo este trabajo con muchísima pasión, amo lo que hago y la mayor recompensa es dar la oportunidad a un familiar de despedirse en paz de un ser querido. Cuando una persona te da la mano y te agradece lo que has hecho, cobra sentido todo.

En casi cuatro décadas entregadas al servicio funerario, ha sido protagonista de la evolución del sector en método y forma. Con esa perspectiva histórica, ¿dónde hay que seguir insistiendo para mejorar la profesión?

S.L. – Para poder mejorar esta profesión, sin duda, hay que seguir insistiendo en la formación del trabajador. Todas las empresas, tanto las grandes como las pequeñas funerarias deberían seguir apostando por la formación de buenos profesionales. La inexperiencia y la falta de formación, provocan situaciones de dificultad en transportes, acondicionamientos y trato con la familia. Ser funerario es mucho más que ir con una camisa y una corbata. Es necesario enseñar gestión, técnica, psicología y transmitir la pasión necesaria para serlo y vivirlo.

– ¿Cree que la responsabilidad y el compromiso del papel del funerario está poco reconocido en nuestra sociedad?

S.L. – Poco reconocido no, no está nada reconocido; hasta que descubren como podemos ayudarles. La sociedad nos ve como “bichos raros”, aunque aquí trabaja gente maravillosa. Siempre se acuerdan, en Noche Vieja por ejemplo, de los policías, los médicos, los bomberos … que están de guardia, pero nunca hablan de los funerarios. La muerte y lo que la rodea sigue siendo un tabú en nuestra sociedad.

La experiencia de ser funerario, seguro que también le ha aportado momentos para la sonrisa como …

S.L. – El sentido del humor siempre ayuda. Al final, todo el equipo de compañeros pasamos mucho tiempo juntos, casi más que el que pasamos en nuestras casas. Y la risa hace que todo sea más llevable. Y, confieso que alguna cosa hemos hecho como al llevar el coche fúnebre a pasar la ITV. ¡Ya te puedes imaginar!

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